Hay sabores que resumen un territorio. En Ses Oliveres, uno de ellos es el del cap roig frito, también conocido como cabracho, un pescado de roca profundamente ligado a la cocina marinera mallorquina. Su presencia en el expositor de pescado del restaurante —un espacio cuidado al detalle, donde cada pieza se selecciona según frescura, brillo y origen— anuncia ya la experiencia que está por venir: una propuesta gastronómica sencilla en apariencia, pero que exige precisión y respeto absoluto por el producto.
El cap roig es un pez de carne firme, extremadamente sabrosa y con un punto de gelatina natural que lo convierte en una auténtica delicia cuando se fríe correctamente. En Ses Oliveres, la técnica es clara: limpieza impecable, cortes precisos y una fritura que busca el equilibrio perfecto entre textura crujiente y jugosidad interior. No se necesitan artificios; basta un golpe exacto de temperatura y el toque final de sal para que aflore su carácter.

Un plato que evoca recuerdos
Quienes lo piden suelen hacerlo atraídos por su fama, pero quienes repiten lo hacen por su autenticidad. La pieza sale dorada, aromática, con ese crujido inicial que anticipa la suavidad de la carne. Es el tipo de plato que recuerda a las cocinas familiares de los pueblos costeros, pero con la ejecución profesional que distingue a Ses Oliveres.
A la mesa, el cap roig frito pide compañía. Lo ideal es maridarlo con una ensalada fresca o con una guarnición ligera que no compita con su sabor: patatas panadera, verduras de temporada o incluso un simple limón exprimido. En cuanto al vino, un blanco mallorquín con buena acidez —como un prensal o un malvasía— hace que el conjunto brille todavía más.
https://sesoliveresportdesoller.com/Disfrutarlo en la terraza, con la brisa del Port de Sóller y el ir y venir de las embarcaciones, completa la experiencia. Es un plato que habla de cercanía, de mar abierto y de tradición viva. Y es también una de las razones por las que Ses Oliveres continúa siendo un referente para quienes buscan producto fresco cocinado con honestidad y maestría.
Si el mar tuviera un sabor reconocible, probablemente sería este. El del cap roig frito recién hecho, servido con cariño y sin prisas, como todo lo verdaderamente bueno.